Para ser el primer libro que leo de Rayden, o mejor dicho de David Martínez Álvarez, me deja con el mismo sabor en la boca que cuando escucho una de sus canciones. Y no suelto esta frase en plan negativo, sino más bien todo lo contrarío ya que me ha dejado con ganas de leerle más.
El libro nos hace un recorrido emocional, que perfectamente podemos vivir cada uno de lo aquí presentes. Nos narra las desventuras que en algunas ocasiones nos encontramos a lo largo de muestra vida, como puede ser entregar nuestro corazón a alguien con quien tan solo quiere jugar con nosotros o como intentamos reconstruirnos después de la destrucción.

No solo nos muestra las parte dolorosas sino también la felicidad más absoluta como nos muestra un hijo, que está comenzando a ver el mundo y cada día nosotros somos quienes aprendemos más de ellos y ellos tan poco de nosotros.

Una de las cosas que más me ha gustado del libro es como a través de las palabras, Rayden es capaz de clavar puñales a quienes se lo pusieron con anterioridad y al poema siguiente mostrarte la cara más sumamente tierna y frágil que te puede dar la vida.

A cuanto cosas negativas, tengo que decir que el libro se me ha echo bastante corto y me hubiera gustado que fuese mucho más extenso.