Debería de ser hoy uno de los días más felices de mi vida, pues hoy cumplo dos décadas. Hoy es el día de tirones en las orejas hasta dejarlas roja, de felicitaciones por todos lados sobre todo de aquellos amigos de Facebook que luego te cruzas en la calle y ni te saludan. Hoy deberías de cantarme la canción de las mañanitas como hacías cada año que pasaba. Hoy deberías traerme el desayuno en la cama como siempre hacías, porque solo una vez al año se cumplen años ¿no?. Hoy deberías estar, aquí, a mi lado, pero no.

Por eso he decidido escribir esto, para decirte las cosas que recuerdo de ti en un día tan especial como el cumplir veinte años y que tú no estés.


Te recuerdo, como si aun estuviéramos juntas aunque con algunas cosas borrosas pero las recuerdo. Que hace veinte años y 8 meses nos conocimos a través de fotos que decidías echarme, que lo único que conocía de ti era tu voz y tu mano. Ambas teníamos ganas de vernos. Te recuerdo que estuvimos a punto de perdernos antes de conocernos frente a frente, mirada con mirada o mano con mano; pero al final la cosa salió bien y tuvimos esa suerte de compartir muchos recuerdos.

Te recuerdo, que hoy, mañana y siempre serás a la mujer que más amo y amaré de éste mundo; aunque ambas sepamos que algún día, tal vez, el amor que siento por ti será superado por otra persona a la cual no le pondré tu nombre, palabra. Que sepas que le hablaré de ti, como si aun estuvieras, como si te hubieras ido de viaje y algún día regreses de donde te marchaste; que ese día entenderé el dolor que sentías tú cuando me hablabas de ella.

Te recuerdo todos esos momentos vividos y los robados (muchos, aunque no lo parezca), los buenos y los malos. Recuerdo nuestras escapadas, casi cada sábado, a Barcelona en que intentaba convencerte de que comprases alguna cosa para ti y luego lo escondías. Recuerdo tus besos a media noche que esperaba con ansia todas las noches y ahora, solo pido uno para no perder el recuerdo. Te recuerdo aquellas noches en las que me escondía y veía la tele contigo, esperaba a que no te dieras cuenta de mi presencia pero mi risa digamos que no es silenciosa, igual que lo era la tuya; o tal vez me hacía la dormida para ahorrarme una bronca. Aún recuerdo nuestras discusiones, nuestras risas fundidas en una, nuestros apoyos cuando una estaba mal.

Te recuerdo que aún no te he perdonado, que sigo esperando una explicación, esperando un por qué te fuiste y nos dejaste, ni un simple adiós. No obstante sabemos la respuesta, tú no querías, te obligaron. No obstante sabemos que tú me distes la razón en el día de antes, que ojalá no la hubiera tenido.

Te recuerdo que te he necesitado en demasiadas ocasiones, como ahora en mis graduaciones, en mis dieciocho o ahora en los veinte. Que te he necesitado en muchas ocasiones por disfrute como ahora leer un libro y decir: esté le hubiera gustado leérselo. Te recuerdo en cosas así de simples.

Te recuerdo que mis recuerdos comienzan a perderse sin quererlo, que intento retener el sonido de tu voz mi biblioteca personal de sonidos. Te recuerdo que mis palabras fueron sinceras cuando te dije te admiro, que sigo en la lista de aspirantes para ser como tú pero el director no encuentra a nadie para sustituirte.

Te recuerdo que tú me ensañaste amar a todos por igual, a respetar, pelear por tus sueños, a soñar, a que la lectura y la música en muchas ocasiones es nuestra mejor aliada en momentos difíciles.

Te recuerdo que gracias a ti, en gran parte, estoy aquí.
Te recuerdo que ya han pasado casi 6 años de tu marcha.
Te recuerdo que a día de hoy me sigues enseñando cosas.

Pero por último, te recuerdo que aún te sigo queriendo.